Mi casa, mi lienzo
Mi nombre es Ada Palla, tengo 38 años y nací en Casaio, un rincón mágico de Valdeorras, donde la naturaleza y la historia parecen susurrarte al oído.
Desde niña, sentí una conexión profunda con este lugar, un vínculo marcado por las montañas que me rodeaban que me enseñaron que la belleza se encuentra en lo más simple de nuestra vida cotidiana.
Recuerdo claramente mi primer encuentro con el arte: fue gracias a mi tía, quien me regaló un lienzo, pinceles y una paleta de colores cuando aún era pequeña. Mis manos, inquietas y curiosas, comenzaron a crear animales salvajes, a dibujar la iglesia del pueblo y las montañas que veía desde el balcón de mi casa. Aprendí sola, de manera autodidacta, con la intensidad de quien se siente llamado por algo más grande.
Sin embargo, en la adolescencia, dejé el arte de lado. La vida me llevó por otros caminos. Estudié turismo en A Coruña, buscando descubrir el mundo más allá de las montañas que me vieron crecer.
Un intercambio Erasmus me llevó a Italia y después, me aventuré a Londres. Esa ciudad llena de dinamismo y diversidad cultural me abrazó durante cinco años. Fue allí donde, rodeada de tanta creatividad, algo en mi interior despertó: el arte que había dejado atrás volvió a encender esa chispa.
Regresé a España en 2017, con el deseo de reconectar con la esencia de Galicia, con su historia y naturaleza. Trabajé como guía turística del Camino de Santiago y
profesora de yoga, siguiendo mi inclinación espiritual.
Fue en ese regreso cuando me sumergí en el arte de las mandalas, un camino que parecía unir todo lo que había aprendido.
En 2023, me enfrenté al reto más grande de mi vida: un diagnóstico de cáncer de mama. Este proceso me llevó a sumergirme aún más en el arte, en el color y en la creación. Pintar mandalas me otorgó la calma necesaria para sanar y cada trazo se convirtió en una meditación. Los colores, me acompañaron como un refugio y en ellos encontré consuelo. Superar la enfermedad fue solo el principio de una nueva etapa en la que decidí regresar a Casaio, mi hogar, para recuperar fuerzas, rodeada de la naturaleza.
Cada vez que abro las ventanas de mi casa, veo las cicatrices que el paisaje lleva consigo: la devastación de nuestras montañas por la explotación de la pizarra. Pero creo que incluso en las heridas más profundas hay espacio para la belleza.
Mi amor por la naturaleza me llevó a pintar fauna salvaje sobre pizarra, buscando dar nueva vida a la piedra que hoy yace entre escombro transformándola con luz y color.
Ahora, estoy trabajando en un proyecto que fusiona todo lo que soy y todo lo que amo. Mi objetivo es concienciar sobre la importancia de cuidar nuestras montañas, de poner en valor todo lo que ellas guardan.
He creado una experiencia artística y cultural que invita a las personas a descubrir Casaio desde una perspectiva completamente nueva. A través de rutas guiadas por el pueblo, los llevo a sumergirse en la energía vibrante que exuda su naturaleza. En ese entorno privilegiado, ofrezco talleres de pintura naturalista, donde celebramos la vida y el paisaje que nos rodea.
Casaio es mi hogar, mi lienzo, mi fuente de inspiración y quiero que el mundo lo descubra
tal como lo siento: vivo, hermoso y lleno de esperanza.
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Mis datos
- Concello de Carballeda de Valdeorras
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